domingo, 5 de junio de 2011

El movimiento grupero

Me caga el movimiento grupero.

En los años en que yo asistía al bachillerato, aquellos lejanos inicios de los años 90's, la música que escuchaba el grueso de la gente eran cosas que programaban estaciones como 97.7 o Radio Alegría. Se trataba en su mayoría de baladas pop y mucho de lo que ahora se agrupa como dance.


Ace of Base. All that she wants

En los microbuses podías quizá oír la TropiQ, o también era posible que algún aventurado irredento de la amplitud modulada te deleitara con los corridos de Ramón Ayala, de Los Tigres del Norte o de Los Cadetes de Linares al sintonizar La Sinfonola.


Los Cadetes de Linares. Los dos amigos

En esos mismos inocentes principios de los noventa es cuando surge la corriente musical que más tarde se transformaría en la gran reivindicadora de nuestra verdadera idiosincracia: el movimiento grupero.

No voy a hacer aquí un análisis extensivo de algo que me resulta desagradable, sin embargo, para todo aquel que desee documentarse, le dejo esta liga que a pesar del evidente carácter promocional de dicho género, me parece una buena introducción al tema:


Esta música me caga por bastantes razones, y, aunque a decir del artículo mencionado, existen distintos subgéneros, yo los agrupo a todos en el mismo rubro alentado por mi voluntaria ignorancia. Románticos, texanos, bandas y alternos son para mi -claramente en un afán malaleche- indiferenciables.

Cabe aquí hacer el apunte de que hago una distinción total entre todo lo anterior y la música norteña. Eso lo he tenido siempre subjetivamente claro: no tienen que ver, los norteños no pretenden ser lo que no son. Se sujetan a sus aventuras rurales y a sus violencias comunitarias, a sus afanes modestos y valientes.


También hago la distinción de la banda como folklore; recuerdo en este momento cosas tan interesantes basadas en esa instrumentación como un disco no tan reciente de Beirut o los sampleos recreacionales de Nortec Collective.


Beirut. La llorona


Nortec Collective. Polaris

Me caga la música grupera porque es en extremo faciloide, repetitiva, nulamente creativa, melosa hasta el ridículo, tristemente comercial y predecible, exitosa a nivel masivo y porque ha trascendido el target cultural al que era dirigida para convertirse en un producto que llega a seducir a personas con una aparente formación, con un supuesto criterio general. 

Porque copa los espacios cerebrales de un universo de gente que tiene la imperiosa necesidad de ser alimentada de otras fuentes a fin de rescatar un poco la sensibilidad general, la capacidad de asombro. Y porque, de forma absurda, los grupos que representan esta corriente, tienen ganancias millonarias y equivalentes, cuando no superiores, a los de bandas internacionales como U2 o los Rolling Stones. Producción sofisticadísima e instrumental de vanguardia para un aprovechamiento nulo.

Pero lo que es verdaderamente paupérrimo de estas rolas son sus letras: cagadísimas, absurdas, ridículas, grotescas. Dedicadas a enfatizar la fijación por el bienestar material, a describir el amor como obsesión o necesidad enfermiza, a envanecerse por un supuesto orgullo nacido de la pertenencia a una clase social y el posterior arribo a otra superior.

Aunque -como en todos los casos en los que defiendo una supuesta opinión fundamentada- mentiría al decir que no encuentro cosas rescatables ni siquiera para pasarlo bien.

Tan es así que poseo un listado enorme de estas canciones grabado en mi disco duro personal y puedo presumir de programarlas y deleitar a mis invitados cuando estoy (regularmente siete días a la semana) insoportablemente briago.


Los Temerarios. Mi vida eres tú 

Es mi soledaaaaad, amaaaaaaaaaaaaaargaaa....

Publicado por Ritchie.

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