jueves, 9 de junio de 2011

Eruviel

Me caga Eruviel.


Tiene la elección ganada. La competencia no existe: El PRD de Encinas tardará bastante en recuperarse por estos lares después de haber tenido el poder y haberlo dejado ir de la manera más estúpida. Y el PAN, bueno… Bravo Mena es más gris que su propia barba.

Me caga el derroche obsceno de recursos que está haciendo para convencer a una sociedad apática, adormilada, desesperanzada como la mexiquense.

Lonas en un gran porcentaje de fachadas,  declarando a las familias amigas de un Eruviel sonriente, casi mesiánico.  Y rematando con la frase Piensa en grande (Claro, ¿no está Peña Nieto pensando en grande?)

Me caga la canción de Chino y Nacho ( ¡¿en serio, Chino y Nacho es el nombre de tan notables intérpretes?!) Mi niña bonita. Consecuentemente, me recaga la versión eruvielista que de dicha canción circula en estas calles a todo volumen,  mientras unas chicas sonrientes de playera roja obsequian  bolsas ecológicas (Eruviel. Piensa en grande) puerta por puerta.

Piensa en grande.

Grandes van a ser los montones de basura en que se van a transformar los millones de lonas, carteles, banners, viniles que forran autobuses, pasada la elección. Grandes los cerros que van a formar en algún tiradero suburbano del bienamado Estado de México.

Grandes las sumas que se deben estar embolsando los partícipes en campaña y más grandes las que se lleven en cuanto Eruviel suba al trono toluqueño.

Grandes las cifras en torno al crimen en el Edomex, ese que Eruviel pretende con toda su buena fe abatir delito por delito.

Conste que Eruviel, la persona, no me caga. Le gusta el Jenga, The Beatles, el cine y el mole de olla:  Podríamos ser almas gemelas.

Pero, en serio, en serio: Me caga Eruviel.

(Si usted busca algo en qué creer, esto está rebonito: http://eruviel.com/mis-propuestas/)


A Wawis le caga, desde el Estado de México.

domingo, 5 de junio de 2011

El movimiento grupero

Me caga el movimiento grupero.

En los años en que yo asistía al bachillerato, aquellos lejanos inicios de los años 90's, la música que escuchaba el grueso de la gente eran cosas que programaban estaciones como 97.7 o Radio Alegría. Se trataba en su mayoría de baladas pop y mucho de lo que ahora se agrupa como dance.


Ace of Base. All that she wants

En los microbuses podías quizá oír la TropiQ, o también era posible que algún aventurado irredento de la amplitud modulada te deleitara con los corridos de Ramón Ayala, de Los Tigres del Norte o de Los Cadetes de Linares al sintonizar La Sinfonola.


Los Cadetes de Linares. Los dos amigos

En esos mismos inocentes principios de los noventa es cuando surge la corriente musical que más tarde se transformaría en la gran reivindicadora de nuestra verdadera idiosincracia: el movimiento grupero.

No voy a hacer aquí un análisis extensivo de algo que me resulta desagradable, sin embargo, para todo aquel que desee documentarse, le dejo esta liga que a pesar del evidente carácter promocional de dicho género, me parece una buena introducción al tema:


Esta música me caga por bastantes razones, y, aunque a decir del artículo mencionado, existen distintos subgéneros, yo los agrupo a todos en el mismo rubro alentado por mi voluntaria ignorancia. Románticos, texanos, bandas y alternos son para mi -claramente en un afán malaleche- indiferenciables.

Cabe aquí hacer el apunte de que hago una distinción total entre todo lo anterior y la música norteña. Eso lo he tenido siempre subjetivamente claro: no tienen que ver, los norteños no pretenden ser lo que no son. Se sujetan a sus aventuras rurales y a sus violencias comunitarias, a sus afanes modestos y valientes.


También hago la distinción de la banda como folklore; recuerdo en este momento cosas tan interesantes basadas en esa instrumentación como un disco no tan reciente de Beirut o los sampleos recreacionales de Nortec Collective.


Beirut. La llorona


Nortec Collective. Polaris

Me caga la música grupera porque es en extremo faciloide, repetitiva, nulamente creativa, melosa hasta el ridículo, tristemente comercial y predecible, exitosa a nivel masivo y porque ha trascendido el target cultural al que era dirigida para convertirse en un producto que llega a seducir a personas con una aparente formación, con un supuesto criterio general. 

Porque copa los espacios cerebrales de un universo de gente que tiene la imperiosa necesidad de ser alimentada de otras fuentes a fin de rescatar un poco la sensibilidad general, la capacidad de asombro. Y porque, de forma absurda, los grupos que representan esta corriente, tienen ganancias millonarias y equivalentes, cuando no superiores, a los de bandas internacionales como U2 o los Rolling Stones. Producción sofisticadísima e instrumental de vanguardia para un aprovechamiento nulo.

Pero lo que es verdaderamente paupérrimo de estas rolas son sus letras: cagadísimas, absurdas, ridículas, grotescas. Dedicadas a enfatizar la fijación por el bienestar material, a describir el amor como obsesión o necesidad enfermiza, a envanecerse por un supuesto orgullo nacido de la pertenencia a una clase social y el posterior arribo a otra superior.

Aunque -como en todos los casos en los que defiendo una supuesta opinión fundamentada- mentiría al decir que no encuentro cosas rescatables ni siquiera para pasarlo bien.

Tan es así que poseo un listado enorme de estas canciones grabado en mi disco duro personal y puedo presumir de programarlas y deleitar a mis invitados cuando estoy (regularmente siete días a la semana) insoportablemente briago.


Los Temerarios. Mi vida eres tú 

Es mi soledaaaaad, amaaaaaaaaaaaaaargaaa....

Publicado por Ritchie.